A día de hoy, pocas dudas parecen quedar en el mundo empresarial sobre la necesidad de tener presencia en Internet, sin embargo hay muchos pequeños comercios que aún no se han animado a dar el salto a lo digital, que no cuentan con una página web o ni siquiera con perfiles en redes sociales.
Un comercio debe estar donde estén sus clientes y, sí, lo normal es que estos estén también en entornos digitales. Salvo alguna excepción, hombres y mujeres, niños y mayores, todos ellos participan de este proceso, aunque sea de una manera intuitiva a través de sus teléfonos inteligentes. Es por ello, que hace tiempo que la presencia online dejó de ser una tendencia para convertirse en una obligación.
Las pymes deben desarrollar esa imagen digital y trabajar su presencia en redes sociales. Estás se han convertido en una gran herramienta para generar comunidad en torno a la marca, ofreciendo casi infinitas posibilidades de interacción con los clientes y potenciales clientes, pero también para mejorar la calidad de su servicio y creando un nuevo canal de comunicación con el público.
Entre otras muchas, las redes sociales ofrecen dos grandes ventajas: no suponen ningún coste, por lo que ya no sirve la excusa de la falta de presupuesto para tener presencia en Internet, y tampoco exigen un gran nivel de dificultad en su manejo tras el que se puedan escudar los comerciantes más reacios.
Eso sí, que sean una herramienta barata y sencilla de manejar no quiere decir, ni mucho menos, que sea algo que se pueda descuidar o dejar al albur; más bien al contrario, exige atención, cierto nivel de formación y una planificación. Hay que darse cuenta de que a través de las redes sociales también se va a proyectar la imagen de negocio y, en consecuencia, no sólo tiene que ir en consonancia de toda la cultura corporativa, sino que además debe ser una prioridad para el empresario.
Cometer faltas de ortografía, utilizar malas fotografías, no actualizarlas con frecuencia, convertirse en spam o limitarse exclusivamente a lanzar mensajes comerciales son acciones que rebajan la efectividad de la estrategia en redes sociales de la empresa y que, además, pueden también afectar a su imagen.
Y conviene no cometer estos fallos porque su utilidad está más que probada para crear contenidos que aporten valor y de calidad, provocar viralidad, para generar enlaces a la web o blog corporativos, para interactuar y fidelizar al público, para atraer a nuevos clientes, para hacer campañas de publicidad aprovechando las múltiples posibilidades de segmentación que ofrecen… En resumen, crear y profundizar en las relaciones, generar confianza.
Por todo ello es importante que los pequeños comercios trabajen su identidad digital. Como norma general, un perfil en Facebook debería ser obligado para cualquier tienda y, desde ahí, y dependiendo del tipo de comercio y el sector en el que opere, valorar su presencia en otras redes sociales como, Youtube, Instagram o Twitter.
Se dice que hoy en día no aparecer en Internet es lo mismo que no existir y, aunque quizás el axioma sea un tanto exagerado, lo cierto es que el paso del tiempo lo va a hacer cada vez más real. Teclear el nombre de su negocio en alguno de los buscadores es un ejercicio que todo empresario debería hacer y, un perfil en una red social ofrece una buena oportunidad para tener esa presencia online.
TAMBIÉN EL OFFLINE. Aunque en los últimos años la irrupción de lo digital ha cambiado radicalmente la forma de comunicarse de los comercios con sus clientes y potenciales clientes, los medios de comunicación tradicionales también ofrecen muy interesantes oportunidades ya que por su difusión masiva llegan a un amplio público y, por este motivo, es una relación que los comercios también deben trabajar.
Tradicionalmente esta relación se ha fundamentado en dos formas de contacto. La primera de ellas es la publicidad, es decir, una empresa compra un espacio en radio, en televisión o en el periódico y puede utilizarlo de la forma que más le interese, teniendo control absoluto sobre los contenidos y los plazos de publicación. La pega, naturalmente si se habla de una compra, es que tiene un coste que no es fácil de asumir por un pequeño negocio.
La otra forma de conseguir presencia mediática es hacer que el negocio sea noticia (buena, se sobreentiende), lo que en términos de marketing y comunicación se denomina publicity. Es cierto que no es fácil, pero no es una misión imposible: hay muchos minutos y páginas de información que llenar cada día y los periodistas están deseosos de encontrar aliados que le simplifiquen su trabajo.
Para llamar su atención serán necesarias grandes dosis de originalidad y creatividad: una presentación de un producto novedoso, una inauguración, un curso de formación de algo relacionado con la actividad del negocio, una original campaña de promoción, un evento con alguna celebrity… son todos ellos hechos susceptibles de ser noticia, y que pueden generar el interés de un periodista.