Outlets’, mercadillos como el White Sunday, talleres de consumo responsable o, directamente, no hacerlo son algunas de sus maneras de lidiar con esta moda de descuentos importada de Estados Unidos.

En medio de la tormenta perfecta, el barco del pequeño comercio rema como puede en un proceloso océano en el que las grandes superficies y el comercio ‘on line’ generan no pocos ‘tsunamis’. El último, desde costas estadounidenses. Se llama ‘Black Friday’ y parece haber llegado para quedarse. Así lo piensa, por ejemplo, Eva Celiméndiz, vicepresidenta de Vive Méndez Núñez y propietaria de Latastienda. De los 20 miembros de esta joven asociación de comerciantes, nacida para animar las compras en esta céntrica zona de Zaragoza, solo dos tienen previsto acogerse a la campaña de descuentos del último viernes de noviembre (si bien muchos comercios -y hasta bancos- llevan con ofertas toda la semana). «Es un fenómeno que ha arraigado», opina Eva. «La gente lo espera, pero la mayoría de nosotros ni podemos ni queremos asumirlo», sostiene. Los motivos son varios. Por un lado, explica, «el pequeño comercio, en su mayoría, no puede asumir los márgenes que imponen descuentos en todos los productos de la tienda». A la vez, en Vive Méndez Núñez apuestan por otra forma de relacionarse con el cliente: «En ocasiones como el Black Friday lo que se hace es que se obliga a comprar al cliente lo que quiere el comerciante y no lo que el cliente quiere». De hecho, la mayoría de las tiendas, incluidas las grandes superficies, no rebajan todo el género, sino solo productos seleccionados.

Fuente: HERALDO DE ARAGÓN