Los ritmos de vida actuales han llevado a mucha gente a cambiar sus modos de compra, acercándose un día del fin de semana a una gran superficie para llenar uno de esos carritos que, “misteriosamente”, nos hacen chocarnos con las estanterías para incitarnos a comprar más y más. Agresivas campañas de publicidad en el propio establecimiento, descuentos, envoltorios atractivos… todo está pensado para que el consumidor pique una y otra vez, y como consecuencia, la nevera se llena de alimentos poco saludables, que son traídos por la multinacional de turno desde miles de kilómetros o que, incluso, van directosde la nevera a la basura porque se caducan antes de que dé tiempo a consumirlos.

Frente a este modelo, despersonalizado y que hace que se olviden nuestras costumbres de siempre, se encuentra el comercio minorista de las galerías, el clásico mercadillo de toda la vida, esos que salpicaban muchas calles de Zaragoza y que, lamentablemente, han tenido que atravesar por unos años difíciles complicando la supervivencia de muchos de ellos. Estos negocios no ofrecen la carne hecha ya filetes en envoltorios prácticos, pero te la cortan y pican al instante; las frutas no se ven tan atractivas, pero tienen sabor y vienen de cultivos próximos, y, sobre todo, el dependiente te conoce mejor que la tarjeta de fidelización del súper.

Mercadillos el refugio de los sabores

Y es que ya no sólo es que se puede encontrar la mayor variedad y un producto más cercano, fresco y de calidad, que de por sí ya es un buen argumento de compra, sino que además se trata de recibir un trato más cercano y humano, de ser asesorados por un profesional que conoce a sus clientes porque son sus vecinos. Los mercados están cerca de casa y fomentan las relaciones sociales, dan vida y humanizan los barrios, tan solo hay que dar una vuelta por uno de sus pasillos para comprobarlo…

Estos mercadillos pueden ser privados o municipales. De estos segundos en Zaragoza están el de San Vicente de Paúl, un espacio totalmente modernizado para dar respuesta a las necesidades de clientes y vendedores; el del Valdespartera, que pone de manifiesto que en las zonas jóvenes de la ciudad también están de moda los mercados tradicionales, y finalmente, el Central, que muchos zaragozanos desconocen que se llama de Lanuza.

Precisamente el Mercado Central afronta un proceso de rehabilitación que va a hacer que el edificio, una de las grandes joyas del patrimonio cultural y artístico de la ciudad, tenga una segunda vida adaptado a las peculiaridades y características del momento actual, con un espacio más cómodo y versátil.

Sin embargo, la nueva instalación no sólo supondrá una buena alternativa para los miles de zaragozanos que cada día pasan por sus pasillos, sino que también puede ser una excelente oportunidad de negocio para aquellas personas que decidan emprender y montar un puesto en este emblemático espacio de la capital aragonesa.

Mercadillos el refugio de los sabores

Los detallistas podrán disfrutar de una infraestructura de primer nivel y mientras concluyen los trabajos,que se prevé que se alarguen unos quince meses, la actividad se seguirá desarrollando con normalidad en las nuevas instalaciones que se están ultimando en la calle Murallas Romanas y plaza Cesar Augusto,y que estarán operativas a finales de marzo. Ya hay adjudicados en firme 46 de los 74 puestos, y durante este mes saldrán a licitación los 28 restantes.

Las condiciones para acceder a los mismos requieren el desembolso de una cantidad inicial en torno a los 55.000 euros según el tipo de puesto,optándose a la concesión por 50 años. Además supone mensualmente el pago del correspondiente canon en torno a 94 euros, según el puesto, y la cuota de participación en los gastos de explotación del mismo, en torno a los 250 euros mensuales.

Tanto el volumen de compradores que acuden a este mercado, unos 60.000 clientes y un millón de kilos de mercancías vendidas cada mes, como la positiva incidencia que llevará consigo la remodelación,auguran una buena oportunidad de sacar adelante una actividad de venta minorista en cualquiera de la tipología de puestos previstos: quince de carnes, quince de frutas y verduras, catorce de pescados, ocho de pollería, siete de charcutería, dos de congelados, cuatro de menuceles y nueve de alimentación varia. Además, la dinamización experimentada por la zona en los últimos años, llegada del tranvía incluida, lo hace todavía más interesante.

Asimismo, alguna entidad financiera, como IberCaja Cesar Augusto, se está implicando en las operaciones para financiar la cantidad necesaria para acceder a esta concesión.